February 23, 2006

GARBAGE PAIL KIDS

ARTE PARA NIÑOS ENFERMOS
En la década de los ochenta yo era un niño y recuerdo que el primer dealer que vi en mi vida no fue un vendedor de estupefacientes. De hecho esos los conocí años más tarde. En esos días la adicción de moda no eran el ecstasy ni la cocaína rebajada. Entonces, éramos unos inocentes y lo que perseguíamos con desesperación eran las tarjetas coleccionables de los Garbage Pail Kids. Los dealers eran los jóvenes de más edad que se paraban en las esquinas repasando su bonche de tarjetas repetidas para enganchar nuevos clientes y por medio del trueque seguir acrecentando su colección personal.

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CARDS FROM HELL
Esa misma década solo que unos años antes, el mercado de los juguetes se vio de pronto dominado por los horriblemente tiernos Cabbage Patch Kids, muñecos de tela con caras regordetas y nombres personalizados. La estrategia de Hasbro –la compañía manufacturera- fue hacer pocos muñecos, lo cual desencadenó la locura: todos querían tenerlos.

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La compañía TOPPS, famosa por editar tarjetas de béisbol desde los años treinta, lanzó por esos días una serie de tarjetas que parodiaban las marcas y productos en boga en los Estados Unidos: los Wacky Packages.

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En aquella serie había una parodia de los Cabbage –llamada, obviamente, Garbage Pail Kids- sólo que al final la tarjeta no se incluyó en la serie.

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He aquí el primer Garbage Pail Kid de la historia, que nunca vio la luz pública
Posteriormente, la TOPPS lanzó un nuevo producto: Garbage Can-dy, una especie de bote de basura que contenía dulces en forma de basura: huesos, latas, etc. Estas dos ideas fueron las que le dieron forma a uno de los proyectos más grotescos y exitosos de hace dos decenios: las Garbage Pail Kids.

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Xavier Roberts, dueño de la TOPPS inició una búsqueda de artistas para realizar la serie que tenía en mente. La idea, original de Mark Newgarden y Art Spiegelman (Spiegelman contaba que la idea brotó un día en que vio la foto de un feto en un bote de basura, nada más coherente), requería de un artista que se aventara 44 pinturas en dos meses, y se audicionó a tres dibujantes neoyorquinos, pero fue John Pound quien recibió la asignación de realizar no solo la primer serie, sino también la segunda y la mitad de las ilustraciones para las series posteriores ya que su estilo era el que más se acercaba a la preconcepción de Roberts.
Entre los dibujantes de quienes se puede apreciar su arte en las aproximadamente 1245 tarjetas publicadas en las series norteamericanas se puede contar a Tom Bunk, James Warhola (ambos de la revista MAD), Jay Lynch y el mismo Pound.

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Sketch de John Pound
¿Y CÓMO ERAN, EH?
Las tarjetas eran pintadas en un tamaño de 5 pulgadas de ancho por 7 de largo, el doble del tamaño al que serían publicadas. Las técnicas más usadas eran la pintura de acrílico y aerógrafo y jamás podían ser firmadas, debido a una restricción de la compañía. Ésta, además, se quedó en su poder con casi todos los originales. De hecho, las únicas pinturas recuperadas fueron aquellas que debían ser corregidas y sólo así los autores pudieron mantener en sus manos algunos bocetos y pruebas de color.

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Sketch de Tom Bunk
De cada tarjeta se publicaban dos con distintos nombres –así, por ejemplo, la tarjeta 164 de la serie 4 se llama Teddy Bear en la lista A, y en la B se le llamó Salvatore Dolly- estrategia que además de original le aseguró a la TOPPS una ganancia calculada de aproximadamente 64 millones de dólares (recuento hecho cuando la serie apenas iba como a la mitad así que saquen sus cuentas). Los artistas ocasionalmente proponían los nombres, pero era la compañía la que al final decidía cuáles se quedaban.

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Checklist de la primer serie, con los nombres dobles de cada personaje
El reverso de las tarjetas incluía chistes y pasatiempos con los sucios personajes de las series, y piezas que daban forma a un rompecabezas de los personajes más populares.
La serie se volvió un éxito inesperado para la TOPPS. La doble parodia –por un lado, la burla de los archifamosos CPK y por otro el juego con nombres propios; además del uso de un humor escatológico y gore pasaron la prueba del público gringo. Algunas dulcerías de la época reportaban ventas estratosféricas en la etapa de mayor éxito de las Garbage. Algunas llegaban a vender la friolera de 500 sobres por día. El precio era de 50 centavos de dólar y el paquetito contenía 5 tarjetas y un chicle rosa con sabor a polvo y cartón duro.
¿Y POR QUÉ SE ACABARON, EH?
La primer entrega que saliera a la calle se lanzó en junio de 1985 y alrededor de las series 3 y 5, fueron demandados por Hasbro, que le exigía a TOPPS 30 millones de dólares por infringir derechos de autor.
Se dice que dejaron de publicarse por dos posibles razones: el declive de las ventas –que sí fue un hecho por allá de 1988-, y el arreglo al que tuvieron que llegar tras la demanda, el cual exigía que TOPPS dejara de publicarlas. Esto último suena más o menos poco factible, ya que las tarjetas no dejaron de salir a la venta e incluso alcanzaron las 15 series, aunque sí tuvieron que realizar ciertas modificaciones visibles exigidas por Hasbro: Cambiar el número de dedos en las manos de los personajes, una frente más alta, orejas más pegadas y que la apariencia de los personajes imitara el plástico y no la tela, como los originales CPK. Por eso algunos de los dibujos traían fisuras en la cabeza, para imitar la superficie plástica. Además, el logo tuvo que ser rediseñado.

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OYE, Y ¿QUÉ MÁS, EH?
El éxito de las Garbage sobrepasó todo límite imaginado y el concepto se desarrolló también en otros ámbitos. Para empezar, en otros países se reeditaron las series en sus respectivos idiomas. Japón, Alemania e incluso Chile tuvieron sus propias GPK –las chilenas se llamaban Basuritas.

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Se realizó una serie de cartoons, la cual jamás salió al aire debido a la presión ejercida por los padres de familia que se llegaron a enterar del proyecto y también se filmó una película lamentable en real action (o sea, con personas disfrazadas de GPK, lo cual acrecentaba el aura pseudo satánica que de por sí ya poseían), pero se dice que además de aburrida, es una muestra de malas actuaciones – características que más bien se antojan más interesantes que si hubiera estado bien hecha.

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Además de una docena de dibujos de Pound que nunca se publicaron, se llevó a cabo una serie más (la 16), pero debido al declive en las ventas, la TOPPS decidió ya no publicarlas. De esa serie solo se recuperó un rollo en blanco y negro con 41 tarjetas –20 de Pound y 21 del resto de los artistas- de un basurero de la fábrica una vez que cerró por su severa crisis.

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¿Y MÉXICO QUÉ, EH?

Pues nada, que en México jamás se editó serie alguna. Las tarjetas que llegaron al país se introdujeron por medio de la fayuca y la chatez de la sociedad católica y square de nuestro país las quiso prohibir por que, según, si las chupabas conseguías un trip gratis de LSD, como si algo así fuera tan barato –y luego dijeron que los Pitufos eran satánicos, y que los videojuegos incitaban a la violencia y... y todo aquello que no puedan comprender casi siempre se reviste de mitos chafos y baratos. Por eso las calles se llenaron de dealers de calcomanías mal impresas de las Garbage Pail Kids, puesto que, como ya sabemos, lo prohibido atrae.

Otras series y productos relacionados: Trash Can Trolls, Bathroom Buddies, Wacky Packages, Meanie Beanies, Morbid Monster Cards, Toxic High School y Silly CDs.
GORILA #13
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