August 02, 2007

THE CONTRACT WITH GOD TRILOGY

UNA FUERZA VITAL

Para Ari Volovich

Publicada por primera vez en 1978, es considerada la primera novela gráfica en la historia de los cómics —aunque estrictamente no lo es. A Contract with God, el punto de partida de esta trilogía neoyorquina compuesta por 15 historias en tres capítulos, es una crónica del nacimiento, desarrollo y posterior decadencia —con todo y su renacimiento- de la gran manzana podrida, Nueva York, pero también podría ser la historia de cualquier urbe que los años y los acontecimientos vuelven elefantiásica.
Esta trilogía cuenta la historia del número 55 de Dropsie Avenue, una calle imaginaria enclavada en el Bronx en el que vivió Eisner. Se trata de un edificio de departamentos, más bien una vecindad, que, a partir de una dolorosa anécdota que bien podría ser parte de la pastoral americana de Phillip Roth, comienza su accidentada existencia como un ser vivo de concreto en el exterior y seres humanos por dentro. Eisner inicia exorcizando su propio dolor a través de la historia de Frimmehleh Hersh, un judío que pierde toda fe en su dios luego de que Rachele, una niña que alguien le deja en la puerta de su casa dentro de una caja de naranjas y a quien adopta, enferma y muere. Eisner hace un “ejercicio en agonía personal” pues su única hija, Alice, había muerto de leucemia cuando apenas contaba con 16 años. “Su pelea con dios era la mía”, comenta en su prefacio, y vemos al personaje de Hersh renegando de su dios, enojado por haber violado su “contrato”.
Pero la historia de Hersh es también la del nacimiento de la ciudad. Su contrato con dios, firmado en piedra, es un símbolo del destino que le ha tocado vivir: la ola antisemita en los años posteriores al asesinato del zar Alejandro II hace decidir a los ancianos que el pequeño Hersh sea quien sobreviva a la catástrofe. Así, es enviado de Rusia con lo que les resta de dinero al lugar en el que el sueño se cumple para todos: América (Estados Unidos, como sabemos). Y es así como Eisner hace un retrato del melting pot: la llegada de inmigrantes a NY, la mutación de las calles que deben recibir a los nuevos habitantes y que va creando interconexiones, resentimientos y todo tipo de conflictos que nacen de la simple convivencia entre seres humanos. Las tensiones raciales entre italianos, judíos, latinos y anglosajones se mezclan con los pequeños/grandes dramas personales de todos los días: el superintendente acusado de violar a una niña que se ha inventado la historia luego de levantarse el vestido a cambio de una moneda; la mafia que se cobra con dinero o con violencia la protección; el ropavejero que, luego de años de juntar el dinero que cobra por vender ropa usada, logra comprar el edificio de departamentos; el joven que se viste bien para poder cazar una esposa rica (haciendo ella lo mismo pues busca también una vida próspera). La historia, ubicada en las primeras décadas del siglo XX, cruza el campo de batalla de la guerra y la depresión, agravando todo cuanto sucede en los cuartuchos del 55 de Dropsie.

Eisner es imparcial en su retrato de la vida diaria, no hay personajes absolutamente buenos o malos, más bien todos son rabiosamente humanos, personas queriendo sobresalir en un ambiente hostil, aprovechando las oportunidades que se presentan para alcanzar the dream así sea incendiando su propia casa para cobrar un seguro, asesinando para vengar una injusticia o siéndole infiel a la esposa con tal de encontrar en otros brazos algo de felicidad. Eisner también es implacable, el microcosmos que es Dropsie tiene un paralelo en el microcosmos de la vida de las cucarachas. “Izzy the cockroach and the meaning of life” es una pequeña fábula citadina de proporciones filosóficas.

La reunión de “A contract with God”, “A life force” y Dropsie Avenue” se complementa con 12 ilustraciones nuevas hechas por Eisner, cerrando así el capítulo de eso que el también autor de The Spirit no inventó pero a lo que le dio nombre y un parámetro en cuanto a una forma original de contar historias: el arte secuencial, la novela gráfica.

The Contract with God Trilogy
Will Eisner
Norton, 2006

Publicado en Milenio Diario, 2 de agosto de 2007

HEARTBREAK SOUP

SOPA PRIMITIVA

Para Ernesto Priego

“-¿Qué se siente ser adorados por sus compañeros?
Gilbert: ¿Adorados? Ojalá. Bueno, tenemos que ser humildes sobre esto y mentir.”


Los Bros. Jaime, Mario y Gilbert Hernandez (sin acento) acuñaron el apelativo -Love And Rockets- que el ex Bauhaus Daniel Ash tomó prestado para nombrar a la banda que formó luego de que Peter Murphy se fue por su lado, y también dieron el banderazo de salida para la segunda generación de artistas del cómic fuera del mainstream de EU (Dan Clowes publicó por primera vez en sus páginas, por ejemplo). 25 años después de que FBIFantagraphics Books Inc.- se inaugurara con el número 1 del título, la editorial remoza y da coherencia cronológica a las series de los Bros., comenzando con, entre otros, Heartbreak soup, originalmente Sopa de gran pena, historia que narra los acontecimientos de Palomar, un imaginario pueblo mexicano –algunas fuentes lo describen como centroamericano- que nace de las historias que mamá Hernandez le contaba a sus hijos mientras planchaba en su natal Oxnard, California, y que ellos subliman en esta serie en la que refleja perfectamente la cuestión mexicoamericana: lo chicano, el idioma, las raíces y la identidad, la forma de ser de los mexicanos y sus costumbres, creencias y lo arraigados que se encuentran a la familia y la vida comunitaria. Es una gran narración naturalista, con el estilo gráfico de Gilbert, que cuando le preguntan cuál es su herramienta favorita, contesta: “la venganza”.

PUEBLO CHICO, INFIERNO GRANDE

L&R es una gran novela gráfica, pero también parece un culebrón: una larga historia en la que la continuidad cohesiona los muchos personajes que aparecen y sus historias, épicas sentimentales, conflictos. “Creíamos que nadie blanco podría entender algo como Love And Rockets”, decían. Los Hernandez no hablan español, pero sus historias jamás parecen impostadas. No hay mexicanos con sombreros de los que cuelgan borlas o que gritan “¡y Olei!”. En los primeros capítulos Gilbert escribe la manera de pronunciar los nombres y palabras del castellano, cosa que se vuelve innecesaria con el paso del tiempo pues su público terminó familiarizándose con los términos y aprendió a pronunciar Soap’-uh deh grawn pen’uh y, sobre todo, a comprender su significado profundo.

La historia que abre este tomo –“Chelo’s burden”- introduce a la legión de personajes que puebla Palomar, un polvoso lugar que pareciera vigilado por los extraños ídolos tallados en piedra que se yerguen monumentales a las afueras; un lugar que a veces parece narrado por un García Márquez chicano. La historia abre con la descripción de los fantásticos personajes, como Vicente, el niño a cuyos padres ella convence de no ahogar a pesar de tener medio cuerpo deforme o Pipo, quien perdió la virginidad a los 13 años. Todo contado por Chelo, partera del pueblo que también da baños de tina a los hombres y que un día deja su profesión pues una mujer de físico más abultado –la exuberante Luba- le roba toda la clientela, orillándola a volverse la policía del lugar. Luba es un personaje que parte en dos el desarrollo de la narración, le da más volumen (valga la expresión) y los personajes se reacomodan. Como la narración abarca bastantes años de producción de Beto Hdez., también se aprecia cómo los personajes van envejeciendo y, por lo mismo, lidiando con asuntos más densos. La historia jamás se pierde a pesar de los muchos detalles, los laberínticos caminos que toman las relaciones que sostienen los personajes entre sí y sus repentinos vuelcos.

Hacia finales de la década de 1980, lo que se vislumbraba tenía más parecido a una crisis, así que los Hernandez tendieron el puente entre una época y la siguiente y de paso lanzaron los salvavidas a los autores alternativos que dominaron desde esos años y hasta los 90. Este año Fantagraphics sigue con el resto de los cómics de los Hernandez: Maggie the mechanic, The girl from H.O.P.P.E.R.S., Perla y Human Diastrophism, y dentro de la finísima serie Ignatz de la editorial (nombre en honor al endemoniado ratón del Krazy Kat de George Herriman), Gilbert regresa en el tiempo y cuenta algunos New tales of old Palomar. Es un buen momento para seguirle la pista a los Bros. Hernandez.

Heartbreak soup
Gilbert Hernandez, 2007
Fantagraphics

Publicado en Milenio Diario
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