August 02, 2007

HEARTBREAK SOUP

SOPA PRIMITIVA

Para Ernesto Priego

“-¿Qué se siente ser adorados por sus compañeros?
Gilbert: ¿Adorados? Ojalá. Bueno, tenemos que ser humildes sobre esto y mentir.”


Los Bros. Jaime, Mario y Gilbert Hernandez (sin acento) acuñaron el apelativo -Love And Rockets- que el ex Bauhaus Daniel Ash tomó prestado para nombrar a la banda que formó luego de que Peter Murphy se fue por su lado, y también dieron el banderazo de salida para la segunda generación de artistas del cómic fuera del mainstream de EU (Dan Clowes publicó por primera vez en sus páginas, por ejemplo). 25 años después de que FBIFantagraphics Books Inc.- se inaugurara con el número 1 del título, la editorial remoza y da coherencia cronológica a las series de los Bros., comenzando con, entre otros, Heartbreak soup, originalmente Sopa de gran pena, historia que narra los acontecimientos de Palomar, un imaginario pueblo mexicano –algunas fuentes lo describen como centroamericano- que nace de las historias que mamá Hernandez le contaba a sus hijos mientras planchaba en su natal Oxnard, California, y que ellos subliman en esta serie en la que refleja perfectamente la cuestión mexicoamericana: lo chicano, el idioma, las raíces y la identidad, la forma de ser de los mexicanos y sus costumbres, creencias y lo arraigados que se encuentran a la familia y la vida comunitaria. Es una gran narración naturalista, con el estilo gráfico de Gilbert, que cuando le preguntan cuál es su herramienta favorita, contesta: “la venganza”.

PUEBLO CHICO, INFIERNO GRANDE

L&R es una gran novela gráfica, pero también parece un culebrón: una larga historia en la que la continuidad cohesiona los muchos personajes que aparecen y sus historias, épicas sentimentales, conflictos. “Creíamos que nadie blanco podría entender algo como Love And Rockets”, decían. Los Hernandez no hablan español, pero sus historias jamás parecen impostadas. No hay mexicanos con sombreros de los que cuelgan borlas o que gritan “¡y Olei!”. En los primeros capítulos Gilbert escribe la manera de pronunciar los nombres y palabras del castellano, cosa que se vuelve innecesaria con el paso del tiempo pues su público terminó familiarizándose con los términos y aprendió a pronunciar Soap’-uh deh grawn pen’uh y, sobre todo, a comprender su significado profundo.

La historia que abre este tomo –“Chelo’s burden”- introduce a la legión de personajes que puebla Palomar, un polvoso lugar que pareciera vigilado por los extraños ídolos tallados en piedra que se yerguen monumentales a las afueras; un lugar que a veces parece narrado por un García Márquez chicano. La historia abre con la descripción de los fantásticos personajes, como Vicente, el niño a cuyos padres ella convence de no ahogar a pesar de tener medio cuerpo deforme o Pipo, quien perdió la virginidad a los 13 años. Todo contado por Chelo, partera del pueblo que también da baños de tina a los hombres y que un día deja su profesión pues una mujer de físico más abultado –la exuberante Luba- le roba toda la clientela, orillándola a volverse la policía del lugar. Luba es un personaje que parte en dos el desarrollo de la narración, le da más volumen (valga la expresión) y los personajes se reacomodan. Como la narración abarca bastantes años de producción de Beto Hdez., también se aprecia cómo los personajes van envejeciendo y, por lo mismo, lidiando con asuntos más densos. La historia jamás se pierde a pesar de los muchos detalles, los laberínticos caminos que toman las relaciones que sostienen los personajes entre sí y sus repentinos vuelcos.

Hacia finales de la década de 1980, lo que se vislumbraba tenía más parecido a una crisis, así que los Hernandez tendieron el puente entre una época y la siguiente y de paso lanzaron los salvavidas a los autores alternativos que dominaron desde esos años y hasta los 90. Este año Fantagraphics sigue con el resto de los cómics de los Hernandez: Maggie the mechanic, The girl from H.O.P.P.E.R.S., Perla y Human Diastrophism, y dentro de la finísima serie Ignatz de la editorial (nombre en honor al endemoniado ratón del Krazy Kat de George Herriman), Gilbert regresa en el tiempo y cuenta algunos New tales of old Palomar. Es un buen momento para seguirle la pista a los Bros. Hernandez.

Heartbreak soup
Gilbert Hernandez, 2007
Fantagraphics

Publicado en Milenio Diario

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