Harvey Pekar llegó una noche al festival de Cannes acompañado de su esposa e hija; en grupo no eran más que una familia promedio, con nada fuera de lo común y, sobre todo, sin el glamour y la estela de misterio de las estrellas cinematográficas. Y entonces, ¿cómo hizo un hombre común y corriente, ahora considerado héroe de la clase trabajadora, como para que algunos episodios de su vida fueran llevados al cine y, eventualmente, pisar una alfombra roja?
Pekar libra las pequeñas batallas diarias de un ser humano cualquiera: las filas en el supermercado, el trabajo y el hastío de la monótona existencia humana. Es coleccionista de viejos LPs de jazz y ragtime y, escarbando en bazares en busca de más sides –como se les llama en inglés a los LPs- es que se encontró con el caricaturista underground Robert Crumb, otro obsesionado por el jazz viejo que, fascinado por su personalidad, le recomienda escribir sus anécdotas e historias personales y se ofrece para ilustrar algunas de ellas. Así es como nace American Splendor, una serie de cómics dibujados por varios artistas además de Crumb y que en los años 80 se volvieron muy populares. El pretexto para filmar American Splendor (Shari Springer Berman y Robert Pulcini, 2002), es mostrar la vida de un empleado federal con habilidad para contar su propia vida. En el filme, parte actuado y parte documental, se ve cuando la fama lo lleva a aparecer en el Late Show de David Letterman, quien se burla de él y termina burlado aún más.
En 2005, Vertigo publicó The Quitter, otro acercamiento a su historia personal, y lo hizo justo a tiempo. Un año después del torbellino del éxito cinematográfico, los achaques de un linfoma que lo venía persiguiendo desde 1990 y un diagnóstico de una depresión mayor lo mandaron al hospital en donde fue tratado con electroshocks y quimioterapia. Pekar, aun pasados los años, no deja de sentir un miedo terrible por la incertidumbre en su horizonte. El actor Paul Giamatti, el Pekar de la película, resume en una entrevista, coincidentemente, al Pekar de la realidad: “Todo trabajo es como el primer trabajo. Siempre ando a tientas tratando de entender y pensando: `Me van a correr. Me van a correr´”.
The Quitter es un relato de esa incertidumbre. Pekar se rinde sin pensarlo dos veces ante la más pequeña adversidad. En realidad es una fortuna que el proyecto de American Splendor haya estado en manos de alguien más, pues antes de su materialización, diversos directores y productores –entre ellos George DiCaprio, padre de Leonardo- fallaron en el intento por llevar sus historias al cine, y en manos de Pekar jamás habría llegado a ninguna parte, su desilusión habría sido mayor que su anhelo por lograr algo. Dibujada por Dan Haspiel, la narración abarca desde su niñez hasta el pico alcanzado como escritor de cómics, con énfasis en su inseguridad (heredado de su madre), que lo lleva a abandonar todo tipo de proyectos e incluso presionar para que así suceda. Como el Bukowski de Factotum, aquí vemos a un joven Harvey haciendo de todo y sintiéndose cómodo con nada: abandona la universidad y los trabajos que logra conseguir; teme flirtear con las chicas de su edad por no saber qué decirles y no saber bailar; sólo reconoce su talento en las peleas callejeras y los deportes rudos (de los que es rechazado a pesar de poseer aptitudes) y se siente alienado respecto a sus padres, una pareja de judíos que no logra comprender que Estados Unidos es distinto al Bialystok de donde provienen, desanimando a un de por sí poco optimista Harvey en cualquier empresa que emprende.
Pekar es ejemplo del artista freelance, aquel que sabe perfectamente lo que busca y que es capaz de abandonar cualquier cosa con tal de colocarse en donde se siente cómodo. Atrapado por el jazz y sus músicos, y empujado por el crítico Ira Gitler, con quien se carteaba y que le aconsejó escribir para la revista Jazz Revue, comenzó a publicar artículos sobre discos y artistas poco reconocidos. Quitter es quien abandona todo, pero el jazz y los cómics son dos disciplinas que Harvey no suelta jamás, y en las que sigue batallando, incluso contra sí mismo. Actualmente Pekar mantiene un blog muy exitoso (www.harveypekar.com), continúa escribiendo recomendaciones jazzísticas y ha servido de guía para el popular chef Anthony Bourdain durante su paso por la decadente Cleveland; pero durante los tiempos tormentosos llegó a ser casi improductivo, llegando a consumir Prozac, Lorazepam y Adderall, dejando poco tiempo y casi nada de energía para la escritura. “Las cosas podrían ponerse mejor o mucho peor. Lo único que puedes hacer es levantarte todos los días y hacer tu mejor esfuerzo”; para un escritor de más de 60 años con las mismas inseguridades sobre la espalda y el mismo temperamento desigual, suena a optimismo.
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3 comments:
hola! primera vez que veo el blog, y me quede pegado. muy bueno, loco.
voy a seguir leyendo...
justo ayer daban esta pelicula en el cine de mi barrio, pero no pude ir,
y despues de leer tu txt quiero verla, ...
saludos
Saludos, gracias por dejar un comentario.
ah! La pelí del cuate este la vi hace unos meses, me gustó, me acordé de los cuates moneros (que hacen monos sin mona).
Chido uan tu tri.
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